miércoles, 2 de abril de 2008

¿Qué culpa tienen las margaritas?

A algún enamorado desesperado se le ocurrió la feliz idea de arrancar una margarita del jardín de la casa de su inalcanzable amada, y mientras pensaba en ella, empezar a arrancarle los pétalos uno a uno. Algún amigo suyo, al corriente de su infeliz situación, probablemente el amante de ella, le preguntó que hacía. Un juego, contestó, nada más que un juego. Y su mirada helaba los huesos.

El aterrorizado amigo pensó que el azar del número de pétalos le aliviaría su dolor, así que en lugar de darse a conocer, le intentó animar. Te quiere, no te quiere. Él sonrió, pero lo que pensaba mientras deshojaba la margarita, era lo que iba a sufrir aquel hombre cuando lo matara por la noche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y que culpa tienen los demás de nuestra desesperación........

Un saluo, simplemente yo.