miércoles, 28 de mayo de 2008

¡Que aproveche!

Aquella mirada lúcida, atractiva, pero increíblemente inteligente, la atrajo desde el primer momento. Tenía unos ojos muy vivos, pero escondían algo repulsivo en su interior. No parecía prestar atención a nada, pero miraba, observaba, escrutaba, investigaba. Por su aspecto físico podría haber pasado desapercibido en la multitud, pero aquellos ojos atraían toda la luz presente dondequiera que estuviera.

Creía que había cierto feeling desde el primer momento. Podían hablar aunque parecía que él estuviera siempre un paso por delante, sabía cómo se sentía o lo que iba a decir. Se sentía cómoda a su lado excepto, claro está, cuando la miraba. La desarmaba completamente. Le hacía sentirse como una niña traviesa ante su padre.

Cuando la invitó a cenar a su casa casi no pudo contestar. No quería mirarlo, pero lo hizo. Alzó los ojos y lo miró: aquella mirada no podía mentir. "¿A las 10?". "Vale". El resto del día pasó como un sueño. No recordaba nada hasta que se encontró a sí misma ante la puerta, llamando al timbre. Cuando abrió la dejó pasar, le tomó la chaqueta y la acomodó en el sofá del salón. Después sufrió un fuerte golpe en la nuca y todo se volvió negro.

Despertó amordazada y atada a una silla de madera, en una pequeña habitación pintada de negro. Él estaba frente a ella, enfundado en un mono deshechable de plástico, junto a un trípode y una cámara de vídeo donde parpadeaba la luz roja que indicaba que estaba grabando. Olía a aceite caliente, pero probablemente estuviera a su espalda y no podía ver de dónde surgía ese olor.

- Bueno, espero que me disculpes por mi brusquedad. Espero compensarte porque el resto será de tu agrado: vas a ser el menú principal de la cena. A tu salud.

jueves, 22 de mayo de 2008

El regalo

¿Ya ha llegado? ¡Ah! me ha dicho que volvía pronto por no se qué problema del aire acondicionado.

Él llegó más pronto de lo habitual a casa, después de que una avería en el aire acondicionado convirtiera la oficina en un horno. Fue directamente a la ducha, dejando un regero de prendas por el pasillo. Allí casi no se dió cuenta de que la habían usado sólo hacía un momento. "Habrá llegado cansada y se ha duchado".

¡Vaya una ducha larga, justo ahora!...

Cuando terminó y entró en la habitación a por una muda de ropa, la vió en la cama, excitada, los ojos entrecortados, gemidos, caricias, suspiros. "Pero...", pensó. Instintivamente se echo atrás, tras la puerta. Era muy vergonzoso y tímido. "¿Me habrá visto? Seguro, no he tenido cuidado en no hacer ruido". Se sentía como un ladrón de sus secretos, o un intruso en su intimidad. Estaba atemorizado por cómo se lo podría tomar ella, pero la excitación que empezaba a sentir le hizo volverse a asomar.

Ya vuelve. Me gusta. Así. Mírame. Obsérvame. Contémplame. Vigílame. Escudríñame. Espíame... Devórame con tus ojos. Quiero arder con tu mirada.

Si lo había oído, no daba muestras de ello. Seguía ocupada en ella misma, en sus sensaciones, en su piel, en su cuerpo, en su alma; el mundo entero podía irse al carajo. "Seguro que no me ha visto. Seguro que nadie ha visto esto". Empezó a observar, más que a mirar. Se sintió un privilegiado, una persona escogida, por poder presenciar, en directo, lo que ella guardaba para sí. No su cuerpo, sino sus sentimientos más secretos, sus fantasías representadas en aquellas manos que recorrían los caminos que su mente había dibujado antes en su cuerpo desnudo.

Ella entreabrió los ojos un momento y sonrió. "Ya está liada, se va a enfadar", pensó él. Pero ella no paró. La excitación siguió en aumento. Cerró los ojos otra vez. Las manos se movían más rápido. Las piernas se agitaban. Gritos entrecortados, ronroneos, gemidos profundos, la boca se abre, la cabeza se lanza hacia atrás, la espalda se arquea en un ángulo imposible... Y al relajarse abre los ojos. Y le mira sonriente.

- Feliz cumpleaños, cariño.

lunes, 19 de mayo de 2008

La familia

- ¿Tu hermana?
- No, la hija mayor de mis padres.

sábado, 17 de mayo de 2008

De madrugada

- Ya se que estas no son las mejores horas, y que llevo una pinta desastrosa, pero ni te imaginas lo difícil que es esto para mí. Tengo un nudo en la garganta que casi no me deja hablar. Pero si no te lo digo digo, voy a reventar. Me pareces la mujer más increíble que he conocido nunca. Eres inteligente, simpática, sabes hablar y escuchar, me encanta estar contigo, y encima me pareces preciosa. Te has metido tan adentro en mi ser, que no se si podré sacarte algún día sin que sea más doloroso que dejarte dentro. Ahora mismo me siento el pingajo más miserable de la Tierra; quisiera ser más culto, o más valiente, o más divertido, o más atractivo, pero soy así. Dios, ahora no se qué puedo esperar, pero por lo menos estoy más tranquilo. O quiero estarlo... Por favor, no te quedes callada y dime algo.

Pero no dijo nada. Los espejos es lo que tienen: nunca dicen nada. Así que apagó la luz y se fue a dormir otra vez.

viernes, 16 de mayo de 2008

Certeza absoluta

- ¿Me quieres?
- No
- Dímelo más claro, que eso no es palabra cierta

Valor seguro

Allí estaba él, al fondo del andén de la estación, a su lado la maleta, el abrigo doblado bajo el brazo, serio, altivo, orgulloso. Nadie podría averiguar en su mirada lo que pasaba por su mente. Podría significar cualquier cosa, porque en realidad no mostraba nada.

En su mente hervían cientos de pensamientos y recuerdos de su vida, de su amor, de sus esperanzas, completamente rotas desde hacía poco. Prácticamente no tenía nada. No había nada más allá de esa maleta. Pero seguía estando lo más importante: él mismo.

lunes, 12 de mayo de 2008

Descanso total

La corbata estaba colgada de la puerta de entrada, los zapatos desperdigados de cualquier manera en el pasillo, la chaqueta tirada encima de la silla, el cuello de la camisa desabrochado. Los pies encima de la mesa del salón, una cerveza fría dejaba una marca en la mesa. Y seguía agitado e inquieto.

Así que me quité la cabeza y la dejé en un armario para no perderla.

viernes, 9 de mayo de 2008

El inventor

Quería mejorar la vida de la gente, así que se encerró en su laboratorio e inventó un gas que permitía hablar a la mente de las personas. Lo esparció por el mundo y surgió efecto.

No había malentendidos ni malos rollos. Todo era comprensión y armonía perfectas. Nadie se enfadaba con nadie. No había peleas, ni conflictos, ni guerras. Le había dado a la Humanidad lo que había estando buscando durante siglos: paz.

Cuando comprendió qué había hecho, se suicidó. La gente dejó de comunicarse porque no lo necesitaban. Sabían que pensaban los demás y los demás sabían que pensaban ellos. No se hablaba, no se escribía. Adiós escritores y poetas. Adiós sufrimientos. Adiós sentimientos. Adiós pasiones. Adiós a todo lo que nos hacía humanos.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Jeckyll

Era el mayor enamorado de la noche sin fin. No podía pensar en otra cosa que no fuera una sucesión interminable de luces de neón, penumbras sugerentes, amigos, música ensordecedora, alcohol, mujeres, drogas. Para él una noche de viernes perfecta duraba más de 48 horas. Si al despertar reconocía la cama o recordaba algo de lo que había hecho se sentía frustrado. Siempre había sido así, desde que era joven. Y ahora no iba a cambiar.

Tenía una doble vida, ya que nadie podía imaginar que tenía un respetable puesto de trabajo en un famoso buffete de abogados, donde su reputación era intachable. Pero no era él. Mr. Hide era su verdadero yo, y tomaba una pócima para desperar al Dr. Jeckyll.