miércoles, 3 de diciembre de 2008

La Diva

Había oído hablar tanto de ella que quiso conocerla.
La curiosidad venció al temor de encontrarse con el síndrome de la “vieja gloria”, alguien que tuvo pero que perdió todo su esplendor conforme envejecía. Al conocerla tuvo que admitir que el paso del tiempo no perdona, pero la luz perduraba.
¡Y cómo lo deslumbró!