miércoles, 30 de abril de 2008

El juego de la seducción

Te llama. Os encontrais. Empezais a conoceros, vuestras inquietudes. Te interesa. Te cuenta sus deseos. Sus sueños. Lo que quiere. La entiendes, la comprendes. Te dices que vas a hacerla feliz.

Vuelves a tu redil con la cabeza llena de ideas. Tu mente hierve con las posibilidades. Un par de llamadas para descartar algunas opciones. Por fin perfilas tu estrategia. Llamas ilusionado para una cita. "Vale, ¿te parece bien ...?". Por supuesto, menuda pregunta.

La primera contestación es una negativa. No le ha gustado. Pero piensas que te está probando. Siempre es así. ¿Por qué si es lo que quiere? Nunca se debe aceptar algo a la primera. Hay que jugar un poco al cazador cazado. Regates y fintas. Avances y retrocesos.

Poco a poco entra en razón. O se deja convencer. O siempre supo lo que quería, pero no lo quería admitir. Al final accede. Eres feliz. Es feliz. Un apretón de manos cierra el acuerdo.

Por fín has firmado el contrato.

Visión de futuro

- Lo he dejado todo por tí.
- ¿Y por quién me dejarás a mí?

viernes, 25 de abril de 2008

Fetiche

Le pidió un rizo. Ella se lo dió pensando que era un juego. Él la amaba, pero ella le rechazó. Sin ningún menosprecio, sólo que para ella no había surgido la chispa. No pudo soportarlo y lo dejó todo para irse a vivir a otra ciudad. Rehizo su vida y fue dichoso. Muchos años después, cuando murió de puro viejo, descubrieron bajo su cama una urna de oro con un mechón de pelo.

miércoles, 23 de abril de 2008

Celos, o mueren o matan

Estaba celoso. No podía evitarlo. Aquella mujer le había sorbido el coco hasta extremos insospechados. Recelaba de todo y de todos. De quien la miraba, de quien le daba la mano, de quien se le acercara, aunque fuera por un simple tropiezo. Casi no comía, ni bebía más que agua, fumaba innumerables cigarillos, estaba ojeroso, escuálido, pálido, con las mejillas hundidas, sin afeitar. Todo él tenia un aspecto desaliñado, las camisas sin planchar, la corbata torcida, el traje ajado, los zapatos sucios. Iba cuesta abajo y sin frenos.

De repente un día todo cambió. Llegó impecablemente vestido, recién afeitado, pulcro y aseado. Todos se miraron unos a otros, conscientes del cambio a mejor que había dado. Cuando entró al servicio y comenzó a tardar, nadie se preocupó al principio. Pero todos comprendieron lo que pasaba cuando oyeron el grito de la mujer que habia sido su inspiración a la puerta del baño. Allí estaba él, inconsciente, con la boca llena de espuma, y un bote de pastillas vacío en la mano.

Valió la pena

Aquella noche de pasión fué la mejor de su vida. Ella se entregó completamente, sin trabas, sin tapujos, sin prejuicios, sin peros, tal cual era. Él hizo lo propio pero, como siempre, desconfiado como era, no se convenció hasta que la vió dormida en sus brazos con una plácida sonrisa en la cara. Aquella noche y aquella sonrisa le hicieron ver que su vida había valido la pena. Todos los tropiezos, errores y males de su calamitosa existencia se vieron compensados por haber visto aquella sonrisa, por saberse en parte responsable de haberla hecho feliz, al menos por una noche.

Al día siguiente no pudo ver la luz del sol. Los médicos de la residencia certificaron su muerte por causas naturales. Acababa de cumplir 97 años.

domingo, 13 de abril de 2008

Las Musas

Cuentan los antiguos que al nacer un niño, las Musas bajan del hogar de los dioses y cuando nadie mira, rozan su frente y le insuflan parte de su arte.

Pero se olvidaron de mí. Y sufro cada día por no poder encender en otros la llama de los sentimientos que me consumen.

jueves, 10 de abril de 2008

Infeliz

Nació. Tuvo una infancia despreocupada. Estudió y progresó. Fue brillante en sus estudios. Alcanzó la fama en su trabajo. Triunfó en la vida. Maduró. Envejeció. Murió rodeado de amigos.

Y pese a todo, fue el hombre más infeliz de la historia, por haberle sido esquiva la dicha de arder con la pasión de la mujer de su vida.

martes, 8 de abril de 2008

El último pecador

- ¿Qué has hecho en tu vida que merezca ser castigado?
- He cometido el peor delito que pueda imaginarse.
- ¿Contra tus padres? ¿Contra tus semejantes? ¿Contra mí? Sabes que doy el perdón infinito.
- No. Sencillamente, no he querido ser feliz.

Y tras el Juicio Final, tan sólo su alma permaneció en el Infierno.

Egoísta

Siempre querremos ser mejores que ayer y peores que mañana. Progresemos todos juntos. Te necesitamos para que todo siga en movimiento. Contribuye al bien común. Estudia, trabaja, cásate, forma una familia y sé útil a la sociedad. Moldea tus intereses acorde a lo comúnmente aceptado. Intégrate en el grupo, no te separes. Lo diferente asusta y causa rechazo. Nosotros sabemos lo que te interesa.

¿Y si no quiero? ¿Alguien ha contado conmigo?

Por fín

Y entonces sucedió. No sabía como, pero sucedió. Por una vez en su vida había hecho algo bien. Y se sintió la persona más feliz de el mundo.

Nunca más

Se giró en la cama como cualquier sábado por la mañana. La luz que entraba por las rendijas de las persianas le daba en los ojos, aún cerrados, hinchados de sueño. Su mano se deslizó lentamente desde debajo de la almohada hasta salir completamente al frescor de la habitación. Sintió un leve estremecimiento y se le puso la carne de gallina, pero esa sensación le gustaba. Le hacía sentirse viva.

Estaba medio adormilada. Pero se despertó súbitamente, sudando, el pulso acelerado, la respiración entrecortada, el corazón a punto de salirse de su boca. Cuando, al dejar caer su mano a su lado, donde solía dormir su hombre, no encontró su cuerpo, recordó otra vez que el Destino decidió por ella que su vida fuera solitaria.

Heráclito

- ¿Qué harías con el mundo entero si pudieras?
- Le prendería fuego

(Llamaradas, 1991)

domingo, 6 de abril de 2008

Metrópolis

Era más tarde de lo que pensaba, y no había nadie por la calle en aquel momento. Las pálidas luces de las pocas farolas que quedaban en pié sólo alumbraban unos pocos tramos del bacheado asfalto de la calle. Algunos perros famélicos dormitaban en las esquinas y levantaban la cabeza para ver quién les había despertado. La basura se amontonaba en los rincones, después de que los pocos contenedores que había se vieron rebosados hacía demasiado tiempo.

Creía que conocía el barrio donde había estado viviendo desde que tenía uso de razón. Primero con sus padres y luego sólo. Pero aquella calle no le sonaba. Sería la iluminación, o la borrachera. Quizás lo segundo. Pero nunca, por muy pasado que fuera, le había pasado aquello. Siempre reconocía las calles y podía orientarse. Una pintada en la pared, una esquina desconchada, una farola rota, y ya sabía dónde se encontraba. Pero ahora no reconocía nada.

Vió un ligero resplandor al fondo de la calle, anunciando el amanecer. Y cuando las vió, un escalofrío recorrió su espalda. Sentía como unas tenazas heladas le oprimían el corazón. No podía respirar. El recuerdo encerrado en sus genes, y olvidado durante toda la historia de la Humanidad, vino de forma violenta. Sabía dónde estaba, como cada uno de nosotros aunque no seamos conscientes de ello. Estaba en casa. De donde nunca había salido.

Allí estaban las seis torres de Metrópolis.

viernes, 4 de abril de 2008

El ídolo caído

Su belleza no tenía límites. Todos estaban de acuerdo en ello. Nadie discutía que era el ser más bello de cuantos podrían existir nunca. Incluso parecía que cuando estaba presente, su cara absorbía toda la luz de la estancia. Irradiaba felicidad, una felicidad contagiosa, completa, total.

Pero alguien no estaba tan feliz. Su padre pensó que esa belleza y ese carisma podrían amenazar su posición. Estaba celoso. Envidioso. Llegó a temerle. Y tomó la decisión más difícil de su existencia. Lo expulsó de su lado, y desde entonces a Bella Luz se le conoce como Lucifer.

miércoles, 2 de abril de 2008

¿Qué culpa tienen las margaritas?

A algún enamorado desesperado se le ocurrió la feliz idea de arrancar una margarita del jardín de la casa de su inalcanzable amada, y mientras pensaba en ella, empezar a arrancarle los pétalos uno a uno. Algún amigo suyo, al corriente de su infeliz situación, probablemente el amante de ella, le preguntó que hacía. Un juego, contestó, nada más que un juego. Y su mirada helaba los huesos.

El aterrorizado amigo pensó que el azar del número de pétalos le aliviaría su dolor, así que en lugar de darse a conocer, le intentó animar. Te quiere, no te quiere. Él sonrió, pero lo que pensaba mientras deshojaba la margarita, era lo que iba a sufrir aquel hombre cuando lo matara por la noche.

La vida por la ventana

Era joven, sano, admirado, deseado. Lo tenía todo. Pero no aceptó el rechazo de aquella chica. Estaba demasiado acostumbrado a conseguir lo que se proponía. No podía creerlo. Algo no era como quería.

Y se sumergió en un pozo de desesperación y destrucción del que no supo salir. Ayer lo volví a ver, como un mendigo a la puerta de un puesto de asistencia a drogodependientes, esperando una dosis que le permitiera escapar de la verdad antes de volver a creer que soñaba tirar su vida por la ventana.

El precio de la pasión

Los hombres caían a sus pies constantemente. Los volvía locos. Era guapísima, elegante, con gusto, culta, inteligente, con una educación casi perfecta, sabía estar entre gente de diferentes niveles sociales y hablar adecuadamente con todos ellos. Los hombres ponían reinos y fortunas a sus pies, y ella los rechazaba invariablemente. Quería seguir siendo quien era, y como era. Se limitaba a mantenerse al margen de locuras transitorias y tomaba sólo lo que debía, implicándose al mínimo. En ese sentido era muy legal.

No era una puta, era una prostituta. Hay que diferenciar.

Un instante de libertad

Nunca pensó que se atrevería a hacerlo. Y sin embargo lo hizo. Se atrevió a hacerlo. La respiración entrecortada, las gotas de sudor que corrían por sus mejillas desde su frente, la boca seca, la mirada perdida, sólo con esa idea fija en la cabeza.

Pero al final lo hizo. Y fue libre. Libre de su miedo. Libre de su propia conciencia del miedo. Libre de decidir. Libre de actuar. El tirón de la cuerda en su cuello actuó de forma rápida y sin dolor.