Quería mejorar la vida de la gente, así que se encerró en su laboratorio e inventó un gas que permitía hablar a la mente de las personas. Lo esparció por el mundo y surgió efecto.
No había malentendidos ni malos rollos. Todo era comprensión y armonía perfectas. Nadie se enfadaba con nadie. No había peleas, ni conflictos, ni guerras. Le había dado a la Humanidad lo que había estando buscando durante siglos: paz.
Cuando comprendió qué había hecho, se suicidó. La gente dejó de comunicarse porque no lo necesitaban. Sabían que pensaban los demás y los demás sabían que pensaban ellos. No se hablaba, no se escribía. Adiós escritores y poetas. Adiós sufrimientos. Adiós sentimientos. Adiós pasiones. Adiós a todo lo que nos hacía humanos.
viernes, 9 de mayo de 2008
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4 comentarios:
bufff... sería horrible! aburrido mas bien
Qué bueno... Me refiero a tu texto, claro, no a la idea de un mundo sin sufrir por amor y poetas melancólicos...
Besos dulces de cereza, Lobito.
B.
Adiós al misterio y a la sorpresa... qué pena
Que tristeza más grande es perder la humanidad.
Simplemente yo
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