La corbata estaba colgada de la puerta de entrada, los zapatos desperdigados de cualquier manera en el pasillo, la chaqueta tirada encima de la silla, el cuello de la camisa desabrochado. Los pies encima de la mesa del salón, una cerveza fría dejaba una marca en la mesa. Y seguía agitado e inquieto.
Así que me quité la cabeza y la dejé en un armario para no perderla.
lunes, 12 de mayo de 2008
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3 comentarios:
hiciste bien, claro!!!!
Ahora, ya sabes, no la busques.
Cuidado con las polillas. Pueden hacerte perder la cabeza.
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