miércoles, 3 de diciembre de 2008

La Diva

Había oído hablar tanto de ella que quiso conocerla.
La curiosidad venció al temor de encontrarse con el síndrome de la “vieja gloria”, alguien que tuvo pero que perdió todo su esplendor conforme envejecía. Al conocerla tuvo que admitir que el paso del tiempo no perdona, pero la luz perduraba.
¡Y cómo lo deslumbró!

4 comentarios:

Lunarroja dijo...

En ocasiones, es mejor no conocer a quien tanto admiramos.
Así mantendremos la admiración para siempre.

Todo depende.

irene dijo...

Si se idealiza mucho a una persona, casi mejor no conocerla, hay un porcentaje muy alto de que nos desilusione, aunque también..., quedarse con las ganas..., yo y mis indecisiones, mejor es ir preparado a todo.
Vengo del blog de Belona, creo.
Un beso.

mas de mi que de... lirio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
d dijo...

nunca he idealizado a quien admiro...simplemente he admirado su obra o su talento... y así no me he llebado ninguna desilusión con la persona.