Era una noche sin luna. Se vieron, se gustaron, se besaron, se amaron. Sobraban las palabras. Cada uno era lo que el otro necesitaba. El resto del universo no existía. Eran más que dos. Eran todo el mundo. No faltaba nada. No sobraba nada. La armonía perfecta.
Y al día siguiente se despertaron abrazados, como el primer día de su matrimonio.
lunes, 31 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Precioso, sobran las palabras.
Un saludo, simplemente yo
Publicar un comentario